Augusto Monterroso
LA BUENA CONCIENCIA
En el centro de la Selva existió hace mucho una extravagante
familia de plantas carnívoras que, con el paso del tiempo, llegaron a adquirir
conciencia de su extraña costumbre, principalmente por las constantes murmuraciones
que el buen Céfiro les traía de todos los rumbos de la ciudad.
Sensibles a la crítica, poco a poco fueron cobrando
repugnancia a la carne, hasta que llegó el momento en que no sólo la repudiaron
en el sentido figurado, o sea el sexual, sino que por último se negaron a
comerla, asqueadas a tal grado que su simple vista les producía náuseas.
Entonces decidieron volverse vegetarianas.
A partir de ese día se comen únicamente unas a otras y viven
tranquilas, olvidadas de su infame pasado.
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