Ventura de la Vega
Cuando el diario suculento plato,
Base de toda mesa castellana,
Gustar me veda el rígido mandato
De la Iglesia Apostólica Romana;
Yo, fiel cristiano, que sumiso acato
Cuanto de aquella potestad emana,
De las viandas animales huyo
Y con esta invención las substituyo.
Ancho y profundo cuenco, fabricado
De barro (como yo) coloco al fuego
De agua lo lleno: un pan despedazado
En menudos fragmentos le echo luego;
Con sal y pimentón despolvoreado,
De puro aceite tímido lo riego;
Y del ajo español dos cachos mondo
Y en la masa esponjada los escondo.
Todo al calor del fuego hierve junto
Y en brevísimo rato se condensa,
Mientras de aquel suavísimo conjunto
Lanza una parte en gas la llama
intensa;
Parda corteza cuando está en su punto
Se advierte en torno y los sopones
prensa,
Y colocado el cuenco en una fuente,
Se sirve así para que esté caliente.
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