martes, 25 de septiembre de 2012

EL RELOJ DE ARENA



EL  RELOJ  DE  ARENA 

de Jorge Luis Borges


Está bien que se mida con la dura
Sombra que una columna en el estío
Arroja o con el agua de aquel río
En que Heráclito vio nuestra locura

El tiempo, ya que al tiempo y al destino
Se parecen los dos: la imponderable
Sombra diurna y el curso irrevocable
Del agua que prosigue su camino.

Está bien, pero el tiempo en los desiertos
Otra substancia halló, suave y pesada,
Que parece haber sido imaginada
Para medir el tiempo de los muertos.

Surge así el alegórico instrumento
De los grabados de los diccionarios,
La pieza que los grises anticuarios
Relegarán al mundo ceniciento

Del alfil desparejo, de la espada
Inerme, del borroso telescopio,
Del sándalo mordido por el opio
Del polvo, del azar y de la nada.

¿Quién no se ha demorado ante el severo
Y tétrico instrumento que acompaña
En la diestra del dios a la guadaña
Y cuyas líneas repitió Durero?

Por el ápice abierto el cono inverso
Deja caer la cautelosa arena,
Oro gradual que se desprende y llena
El cóncavo cristal de su universo.

Hay un agrado en observar la arcana
Arena que resbala y que declina
Y, a punto de caer, se arremolina
Con una prisa que es del todo humana.

La arena de los ciclos es la misma
E infinita es la historia de la arena;
Así, bajo tus dichas o tu pena,
La invulnerable eternidad se abisma.

No se detiene nunca la caída
Yo me desangro, no el cristal. El rito
De decantar la arena es infinito
Y con la arena se nos va la vida.

En los minutos de la arena creo
Sentir el tiempo cósmico: la historia
Que encierra en sus espejos la memoria
O que ha disuelto el mágico Leteo.

El pilar de humo y el pilar de fuego,
Cartago y Roma y su apretada guerra,
Simón Mago, los siete pies de tierra
Que el rey sajón ofrece al rey noruego,

Todo lo arrastra y pierde este incansable
Hilo sutil de arena numerosa.
No he de salvarme yo, fortuita cosa
De tiempo, que es materia deleznable.


 

 

 

















PÁJARO CUCÚ




PÁJARO  CUCÚ

El Cucú es un pájaro que indica la llegada de la primavera con su inconfundible canto, el del reloj de cucu. Otros pájaros como las tórtolas o la abubilla realizan un canto similar, pero más débil y ululante, siendo el del cuco más potente y pausado.

El cucú común, cuyo nombre científico es Cuculus canorus, pertenece a la especie de ave cuculiforme de la familia Cuculidae, estival en Europa, aunque no llega a Islandia. Migran de Europa y del occidente de Asia, pasando los inviernos en África.

Se lo puede encontrar en una gran diversidad de hábitats, desde las zonas litorales hasta la alta montaña.

Tiene un tamaño mediano, con la cola y el cuerpo alargados y unas patas muy cortas y zigodáctilas (dos dedos hacia delante y dos hacia atrás), su plumaje de las partes superiores es uniforme y de color gris. El vientre es de color blanco con un barrado oscuro.

Los machos tienen el plumaje gris, con el vientre barrado de blanco y negro alcanzan los 33 cm y tienen una cola larga, es insectivoro.

Las hembras pueden ser algo pardas en la zona del collar, e incluso pueden llegar a serlo todas las partes superiores, en la denominada fase parda. 

La cabeza es toda del mismo color que el dorso y presenta un pico puntiagudo, algo curvado y ojos con iris de color amarillo en los adultos y pardo en los jóvenes.

El principal alimento de este insectívoro son las orugas, que puede identificar a larga distancia desde un puesto de un punto elevado. Una de sus preferidas es la oruga procesionaria del pino.

El cucú destripa las orugas, vacía el contenido intestinal y a continuación se las traga, para luego regurgitar sus pelos.

No construye nido, sino que, cuando debe poner los huevos, parasita el de otras especies, hecho que siempre ha fascinado a los ornitólogos.

Cada hembra parasita una especie concreta de pequeño paseriforme insectívoro, la de sus padres adoptivos, que pueden ser los carriceros y carricerines, el petirrojo, el acentor común, el chochín, las lavanderas, etc. Aprovechando un momento en el cual estos últimos pájaros abandonan su nido, la hembra del cuco rápidamente pondrá su huevo y robará uno de la nidada original.

La hembra repetirá este proceso unas ocho veces en nidos distintos durante el verano.

Su huevo es mimético con el de la especie parasitada, acostumbra a ser el primero en eclosionar, y el polluelo que nacerá pronto provocará la caída del nido de los huevos o los polluelos originales. 

La hembra del nido parasitado alimentará su “único descendiente” hasta que al cabo de unas tres semanas éste llegue al tamaño del cuco adulto y abandone el nido.

De las 140 especies existentes en el orden de los cuculiformes, que consta de 28 géneros, 57 de ellas son exclusivamente parásitas en la crianza de su descendencia.