miércoles, 13 de marzo de 2013

LEYENDO ALGUNAS COSAS DE CORTAZAR




JULIO  CORTAZAR

 
 

 

LEYENDO ALGUNAS COSAS 
DE CORTAZAR

(ACLARACIÓN: LEER A CORTAZAR NO ES PARA TODOS)

 

 

CÓNDOR Y CRONOPIO


Un cóndor cae como un rayo sobre un cronopio que pasa por Tinogasta, lo acorrala contra una pared de granito, y dice con gran petulancia, a saber:


Cóndor.—Atrévete a afirmar que no soy hermoso.

Cronopio,—Usted es el pájaro más hermoso que he visto nunca.

Cóndor.—Más todavía.

Cronopio.—Usted es más hermoso que el ave del paraíso.

Cóndor.—Atrévete a decir que no vuelo alto.

Cronopio.—Usted vuela a alturas vertiginosas, y es por completo supersónico y estratosférico.

Cóndor.—Atrévete a decir que huelo mal.

Cronopio.—Usted huele mejor que un litro entero de colonia Jean-Marie Fariña.


Cóndor.—Mierda de tipo. No deja ni un claro donde sacudirle un picotazo.




APLASTAMIENTO DE LAS GOTAS

Yo no sé, mira, es terrible cómo llueve. Llueve todo el tiempo, afuera tupido y gris, aquí contra el balcón con goterones cuajados y duros, que hacen plaf y se aplastan como bofetadas uno detrás de otro qué hastío.


Ahora aparece una gotita en lo alto del marco de la ventana; se queda temblequeando contra el cielo que la triza en mil brillos apagados, va creciendo y se tambalea, ya va a caer y no se cae, todavía no se cae.


Está prendida con todas las uñas, no quiere caerse y se la ve que se agarra con los dientes mientras le crece la barriga; ya es una gotaza que cuelga majestuosa, y de pronto zup, ahí va, plaf, deshecha, nada, una viscosidad en el mármol.


Pero las hay que se suicidan y se entregan en seguida, brotan en el marco y ahí mismo se tiran; me parece ver la vibración del salto, sus piernitas desprendiéndose y el grito que las emborracha en esa nada del caer y aniquilarse.


Tristes gotas, redondas inocentes gotas.


Adiós gotas.


Adiós.

 

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