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La mayoría de nosotros —o tal vez
todos nosotros— hemos soportado a personas que permanentemente se refieren a
temas negativos —lo hacen intencionalmente o de manera involuntaria, ya que lo
tienen arraigado en su inconsciente—. Son personas que no toleran la menor
crítica, e ignoran cuando la vida nos sonríe.
Reaccionan agrediendo de palabra,
insultando, ofendiendo con sarcasmo y sonriendo en todas circunstancias.
Estos personajes, son denominados en
psicología, "personas tóxicas".
Coloquialmente se les conoce como
"gente con mala onda" u "onda negativa".
Suelen ser agresivos, ofenden, se
enojan si le va bien a alguno, y se alegran de la desgracia ajena.
Siempre están deseándole algún tipo
de mal a alguien.
Algunos toman la estrategia de
hablar y actuar de manera de inspirar lástima para conseguir mantener nuestra
atención en ellos.
Son personas que tienen un gran
hueco en lo afectivo, y son resentidos sociales porque no han tenido la suerte
de ser felices en su misérrima vida.
Padecen de celos, envidia y
frustración permanente.
Constantemente buscan el choque.
Están a la expectativa de que
opinemos sobre algún tema, para oponerse al mismo enfáticamente, llegando a
querer imponer sus triste y equivocado argumento circunstancial a los gritos,
lo que conlleva que la personas que lo rodean comiencen también a hablar a los
gritos para poder escucharse y responder.
Luego de haber permanecido —aunque
sea unos pocos minutos— con estas personas, nos sentimos mal, tanto
corporalmente o psíquicamente (nos cambiara el carácter, nos quitaran la
alegría que teníamos por un logro obtenido meritoriamente, y padeceremos
diversos síntomas corporales); hasta suele alterarnos nuestra actitud social, para
con nuestros amigos, familiares, lo cual redunda también en el ámbito laboral.
Resulta esencial y decisivo, para
salvaguardar nuestra salud, en las esferas corporal, psíquica y social, que
logremos diagnosticarlos prestamente a estos nefandos individuos; para
comprender cuanto nos perjudican estar cerca de estas lacras humanas, y poder
poner distancia entre ellos y nosotros, para poder dejar atrás la causa de
algunos de los trastornos que nos provocan.
Tenemos que tomar consciencia que
podemos defendernos de estos perjudiciales seres infestos de mala onda.
Lograremos mejorar nuestra salud y
nuestras relaciones interpersonales normales, teniendo en cuenta unas simples
reglas que les detallo a continuación:
Debemos evitarlas a toda costa,
huyamos de ellas; no sólo de su presencia física, sino también de su presencia
en nuestros pensamientos, borrémoslos de nuestra mente, ocupando a esta con
ideas agradables y positivas, rememoremos alguna experiencia afortunada, por
ejemplo, si acuden a nuestra mente algún recuerdo de estas basuras sociales.
Si alguna vez forzosamente nos
encontramos en algún lugar con ellos no comentemos nada personal, nada atinente
a nuestra vida privada.
Con amabilidad pero con firmeza les
marcaremos sus límites, y siempre mantendremos una actitud positiva
indeclinable, y no nos retractaremos y cederemos en nuestra postura.
Finalmente la persona tóxica será
aniquilada.
Sonriamos siempre, mostrémonos
felices, esto lo desplomará de su trono de bestia tóxica.
Me atrevo, en este último párrafo, a
invitarte a que te tomes unos momentos para meditar, sobre si tu eres tal vez
una "persona tóxica". . .
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