Pedro Shimose
EPIGRAMA
Después de impresionar a las muchachas con nuestro
ingenio;
después de quemar lirios, enterrar nubes e
incendiar templos;
después de degollar vacas sagradas y asesinar
dioses;
después de escribir sin mayúsculas y sin signos de
puntuación;
después de dinamitar museos y bailar en los
cementerios;
después de perseguir la gloria y soñar que nos
acostamos con ella;
después de pelear con dragones, imperios y
quimeras;
de gemir porque publiquen nuestro nombre en los
periódicos
y de reunirnos por la madrugada para derribar
pirámides,
¿qué nos queda?
un sillón en la academia y una chequera.
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