lunes, 6 de agosto de 2012

Antoine de Saint-Exupéry



Antoine de Saint-Exupéry


Antoine Marie Jean-Baptiste Roger de Saint-Exupéry nació en Lyon en 1900, desaparece en el Mar Mediterráneo, cerca de la costa de Marsella, en 1944. 

Fue un aviador y escritor francés, autor de la famosa obra El principito y otras obras en prosa y poesía.

En Buenos Aires, donde conoció a la que más tarde sería su esposa, Consuelo Suncín, fue nombrado director de la Aeroposta Argentina, filial de la Aéropostale, donde tuvo la misión de organizar la red Aeropostal de América Latina, tal es el marco de su novela Vuelo Nocturno.

En 1931, la bancarrota de la Aéropostale puso término a la era de los pioneros, pero Saint-Exupéry no dejó de volar como piloto de prueba y efectuó varios intentos de récords en diversos lugares del mundo, muchos de los cuales se saldaron con graves accidentes: en el desierto egipcio en 1935, y en Guatemala en 1938, por ejemplo.

Después de deambular pilotando por varios países, regresó a Europa para volar con las Fuerzas francesas libres y participar en la lucha con los Aliados en un escuadrón basado en el Mediterráneo.

La asignación final de Saint-Exupéry fue recoger información de inteligencia sobre movimientos de tropas alemanas en y alrededor del Valle del Ródano anteriores a la invasión aliada del sur de Francia denominada "Operación Dragón". En la noche del 31 de julio de 1944, despegó de una base aérea en Córcega, y no regresó.

En 1998, un pescador encontró al este de la isla de Riou, al sur de Marsella, una pulsera de plata de identidad (gourmette) con el nombre de Saint-Exupéry y de su esposa Consuelo, probablemente de su traje de vuelo.

En 2000, un buzo encontró un P-38 Lightning estrellado en el fondo del mar frente a las costas de Marsella, cerca de donde se encontró el brazalete.

Los restos del avión fueron recuperados en octubre de 2003. 













Costa de Marsella










Isla de Rieu

















Dedicatoria de El principito - A León Werth

Pido perdón a los niños por haber dedicado este libro a una persona mayor. 

Tengo una seria excusa: esta persona mayor es el mejor amigo que tengo en el mundo.

Pero tengo otra excusa: esta persona mayor es capaz de comprenderlo todo, incluso los libros para niños.

Tengo una tercera excusa todavía: esta persona mayor vive en Francia, donde está sola y pasa hambre y frío. 

Tiene, por consiguiente, una gran necesidad de ser consolada. Si no fueran suficientes todas esas razones, quiero entonces dedicar este libro al niño que fue hace tiempo esta persona mayor. Todas las personas mayores antes han sido niños. (Pero pocas de ellas lo recuerdan).

Corrijo, por consiguiente, mi dedicatoria:

A LEÓN WERTH, cuando era niño.



El Principito es un clásico de la literatura infantil, pero llega al corazón tanto de niños como de adultos que se conmueven con su lectura.




Algunos párrafos del Principito

“No supe entonces comprender. Cometí el error de haberla enjuiciado por sus palabras y no por sus actos. Iluminaba y perfumaba todo mi planeta. ¡Jamás debí haberla abandonado! Debí haber intuido su ternura detrás de sus ingenuas astucias. ¡Las flores son tan contradictorias! Y yo… demasiado joven para saber amarla”.

¿Y de qué te sirve poseer las estrellas? —me sirve para ser rico— ¿y de qué te sirve ser rico? —me sirve para comprar más estrellas.

Cuando el misterio es demasiado impresionante, es imposible desobedecer.

Derecho, camino adelante… no se puede ir muy lejos.

Es mucho más difícil juzgarse a sí mismo que a los demás. Si logras juzgarte bien a ti mismo eres un verdadero sabio.

Es una cuestión de disciplina, me decía más tarde el principito. Cuando por la mañana uno termina de arreglarse, hay que hacer cuidadosamente la limpieza del planeta.

Las personas grandes nunca comprenden nada por sí solas y es muy aburrido para los niños tener que darles una y otra vez explicaciones.

Las personas grandes son bien extrañas.

Lo bello del desierto es que en algún lugar esconde un pozo.

Los niños deben ser muy indulgentes con las personas grandes.

Para los vanidosos todos los demás hombres son admiradores.

Si alguien ama a una flor de la que sólo existe más que un ejemplar entre los millones y millones de estrellas, es bastante para que sea feliz cuando mira a las estrellas.

Sólo se conocen bien las cosas que se domestican.

Uno es para siempre responsable de lo que domestica.

Sólo se ve bien con el corazón, lo esencial es invisible para los ojos.




Otras frases de Saint-Exupéry 

Para leer y reflexionar seriamente, pues cada una esconde un significado y una enseñanza de vida que a todos nos viene bien.

Al primer amor se le quiere más, a los otros se les quiere mejor.

Amar no es mirarse el uno al otro; es mirar juntos en la misma dirección.

Bebo para olvidar que soy un borracho.

Conoces lo que tu vocación pesa en ti. Y si la traicionas, es a ti a quien desfiguras; pero sabes que tu verdad se hará lentamente, porque es nacimiento de árbol y no hallazgo de una fórmula.

El amor es lo único que crece cuando se reparte.

El amor verdadero empieza cuando no se espera nada a cambio.

El fracaso fortifica a los fuertes.

El hombre se descubre a sí mismo cuando se enfrenta a los obstáculos.

El mundo entero se aparta cuando ve pasar a un hombre que sabe adónde va.

El sentido de las cosas no está en las cosas mismas, sino en nuestra actitud hacia ellas.

Haz de tu vida un sueño, y de tu sueño una realidad.

La guerra es una enfermedad como el tifus.

La huida no ha llevado a nadie a ningún sitio.

La justicia es el conjunto de las normas que perpetúan un tipo humano en una civilización.

La perfección se logra al fin, no cuando no hay nada que agregar, sino cuando ya no hay nada que obtener.

La pura lógica es la ruina del espíritu.

No me interesa aquel que haya conocido, llevado en litera, mil cimas de montañas y así observado mil paisajes porque, en primer lugar, no conocerá uno solo verdaderamente y, luego, porque mil paisajes no constituyen más que una partícula de polvo en la inmensidad del mundo.

Para ver claro, basta con cambiar la dirección de la mirada.

Si queremos un mundo de paz y de justicia hay que poner decididamente la inteligencia al servicio del amor.

Si quieres comprender la palabra felicidad, tienes que entenderla como recompensa y no como fin.

Si quieres construir un barco, no empieces por buscar madera, cortar tablas o distribuir el trabajo, sino que primero has de evocar en los hombres el anhelo de mar libre y ancho.



Algunas imágenes del libro El Principito














Y ahora te propongo, si tenés niños cerca, o más aun, si aun tienes algo de niño que te imprimas las siguientes imágenes para colorear!!




 






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