jueves, 9 de agosto de 2012

Fernando Pessoa



Fernando  Pessoa

Fernando Antonio Nogueira Pessoa nació en Lisboa en 1888 y falleció en la misma ciudad en 1935, más conocido como Fernando Pessoa, es uno de los mayores poetas y escritores de la lengua portuguesa y de la literatura europea.
Tuvo una vida discreta, centrada en el periodismo, la publicidad, el comercio y, principalmente, la literatura, en la que se desdobló en varias personalidades conocidas como heterónimos (pseudónimos). 

De día Pessoa se ganaba la vida como traductor. Por la noche escribía poesía. 

No escribía “su” propia poesía, sino la poesía de diversos autores ficticios, diferentes en voz, estilo y modos, que incluso criticaba a los poemas de sus propios heterónimos. 

Realmente era un autor enigmático. Todavía sigue vigente la controversia sobre cuál de las múltiples personalidades de Pessoa escribía en cada instante.

 








Café a Brasileira, Lisboa 



Fotografía recuperada del archivo fotográfico del Alvalade (Lisboa), esta fotografía fue tomada a principios del Siglo XX. 

Sin tener conocimiento el uno del otro, Friederich Nietzsche y Fernando Pessoa tomaron café en la misma mesa, sin llegar a intercambiar ninguna palabra.





 

 


 
ALGUNOS  POEMAS  DE  PESSOA

EL POETA 

El poeta es un fingidor
Finge tan enteramente
Que hasta finge que es dolor
El dolor que de veras siente.

Y quienes leen lo que escribe,
En el dolor leído sienten bien,
No los dos que el poeta tuvo,
Pero sólo el que ellos no tienen.

Y así por las vías rueda
Gira, para entretener la razón,
Este tren de cuerda
Que se llama corazón.


DICEN

Dicen que finjo o miento
Todo lo que escribo. No.
Yo simplemente siento
Con la imaginación.
No uso el corazón.
Todo lo que sueño o vivo,
Lo que me falla o acaba,
Es como una terraza
Aún sobre otra cosa.
Esa cosa es la que es bella.
Por eso escribo en medio
De lo que no está al pie,
Libre de mi ensueño,
Serio de lo que no es.
¿Sentir? ¡Que sienta quién lee!


SUEÑO

No sé quién soy en este momento.
Duermo sintiéndome. En la hora calma
Mi pensamiento olvida el pensamiento,
Mi alma no tiene alma.

Si existo es un error saberlo. Si despierto
Parece que yerro. Siento que no sé.
Nada quiero ni tengo ni recuerdo.
No tengo ser ni ley.

Lapso de la conciencia entre ilusiones,
Fantasmas me limitan y me contienen.
Duerme sin saber de ajenos corazones,
Corazón de nadie.


FELICES

Felices a quienes señala
Un pañuelo de despedida!
Son felices: tienen pena...
Yo sufro sin pena la vida.

Me duele hasta donde pienso,
Y el dolor es ya de pensar,
Huérfano de un sueño suspendido
Que por la marea baja...

Y sube hasta mí, ya harto
De inútiles agonías,
En el muelle de donde nunca parto,
La marejada de los días.


FONDEA

Fondea sobre el agua
Una vibración,
Hay una vago dolor
En mi corazón.

No es porque la brisa
que quiere que sea
Haga esta indecisa
Vibración que flota,

Ni es porque yo sienta
Un dolor cualquiera.
Mi alma es indistinta,
No sabe lo que quiere.

Es un dolor sereno,
Sufre porque ve.
¡Tengo tanta pena!
¡si yo supiese de qué!...


CUANDO

Cuando me miro no me percibo.
Tengo tanto la manía de sentir
Que me extravío a veces al salir
De las propias sensaciones que recibo.

El aire que respiro, este licor que bebo
Pertenecen a mi modo de existir,
Y nunca sé como he de concluir
Las sensaciones que a mi pesar concibo.

Ni nunca, propiamente, reparé
Si en verdad siento lo que siento. Yo
¿seré tal cual como me parezco? ¿seré

Tal cual como me juzgo verdaderamente?
También ante las sensaciones soy un poco ateo,
Ni sé bien si soy yo quien en mí siente.


NO SOLO VINO

No solo vino, sino en él el olvido echo
En la copa: seré alegre pues la dicha
Es ignara. ¿Quién, recordando
O previendo, sonriera?
De los brutos, no la vida, sino el alma,
Consigamos, pensando recogidos
En el impalpable destino
Que no espera ni recuerda.
Con mano mortal elevo a la mortal boca
En frágil copa el pasajero vino,
Empañados los ojos hechos
Para dejar de ver.


COMO UN GRAN

Como un gran borrón de fuego sucio
El sol poniente se demora en las nubes que quedan.
A lo lejos se escucha un vago silbido en la tarde serena.
Debe ser de un tren lejano.

En este momento me viene una vaga saudade
Y un vago deseo plácido
Que aparece y desaparece.

También, a veces, en la superficie de los riachuelos,
Se forman burbujas en el agua
Que nacen y se deshacen
Y no tienen ningún sentido
Salvo el de ser burbujas de agua
Que nacen y se deshacen.







 



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